Un tranvía llamado Temas del deseo

Blanche vive en la ilusión; la fantasía es su principal medio de autodefensa, tanto contra amenazas externas como contra sus propios demonios. Pero sus engaños no tienen rastro de malicia, sino que provienen de su debilidad e incapacidad para enfrentar la verdad de frente. Es una figura quijotesca, que ve el mundo no como es, sino como debe ser. La fantasía tiene una magia liberadora que la protege de las tragedias que ha tenido que soportar. A lo largo de la obra, la dependencia de Blanche de la ilusión se contrasta con el realismo firme de Stanley, y al final es Stanley y su cosmovisión los que ganan. Para sobrevivir, Stella también debe recurrir a una especie de ilusión, obligándose a creer que las acusaciones de Blanche contra Stanley son falsas para poder seguir viviendo con su marido.

Stella y Blanche provienen de un mundo que muere rápidamente. Belle Reve, la plantación ancestral de su familia, se ha perdido y las dos hermanas son los últimos miembros vivos de su familia y, simbólicamente, de su viejo mundo de caballeros y campos de algodón. Su cepa del Viejo Sur no fue conquistada por la marcha del ejército del general Sherman, sino por la marcha constante del tiempo, y a medida que la belleza de Blanche se desvanece con la edad, también lo hacen estos vestigios de esa civilización que se fue con el viento. Blanche intenta quedarse atrás en el pasado, pero es imposible, y Stella solo sobrevive mezclando su sangre DuBois con el tronco común de los Kowalski; el viejo Sur sólo puede vivir en una forma diluida y bastarda.

El único crimen imperdonable, según Blanche, es la crueldad deliberada. Este pecado es la especialidad de Stanley. Su asalto final contra Blanche es un ataque despiadado contra un enemigo ya vencido. Blanche, por otro lado, es deshonesta pero nunca miente por malicia. Su crueldad no es intencionada; a menudo, ella miente en un esfuerzo vano o equivocado por complacer. A lo largo de la obra, vemos toda la gama de crueldad, desde los engaños bien intencionados de Blanche hasta la traición autoengañosa de Stella y la malicia deliberada y sin control de Stanley. En las jugadas de Williams, hay muchas formas de lastimar a alguien. Y algunos son peores que otros.

Blanche habla a menudo de Stanley como un simio y primitivo. Stanley representa una virilidad muy poco refinada, una idea romántica del hombre no tocado por la civilización y sus influencias afeminantes. Su atractivo es claro: Stella no puede resistirse a él, e incluso Blanche, aunque rechazada, se siente atraída hacia él en algún nivel. La naturaleza poco refinada de Stanley también incluye una amoralidad aterradora. El servicio de su deseo es fundamental para quién es; no tiene reparos en volver loca a su cuñada o violarla. En términos freudianos, Stanley es el ello puro, mientras que Blanche representa el superyó y Stella el ego, pero el equilibrio entre el ello y el superyó no se encuentra solo en la mediación de Stella, sino en la tensión entre estas fuerzas dentro de la propia Blanche. Encuentra el primitivismo de Stanley tan amenazador precisamente porque es algo que ve y esconde dentro de ella.

Estrechamente relacionado con el tema anterior, el deseo es el tema central de la obra. Blanche busca negarlo, aunque aprendemos más adelante en la obra que el deseo es una de sus motivaciones impulsoras; sus deseos han hecho que la expulsen de la ciudad. El deseo físico, y no la intimidad intelectual o espiritual, es el corazón de la relación de Stella y Stanley, pero Williams deja en claro que esto no debilita su vínculo. El deseo también es la ruina de Blanche, porque no puede encontrar una manera saludable de lidiar con sus impulsos naturales; siempre está tratando de reprimirlos o perseguirlos con abandono.

El tema que acompaña al deseo es la soledad, y entre estos dos extremos, Blanche está perdida. Busca desesperadamente compañía y protección en los brazos de extraños. Y nunca se ha recuperado de su trágico y devorador amor por su primer marido. Blanche necesita un defensor. Pero en Nueva Orleans, encontrará en cambio al depredador y despiadado Stanley.

La tensión fundamental de la obra es este juego entre lo romántico y lo realista, que se desarrolla en paralelo en el emparejamiento de la lujuria y la muerte. Blanche toma los tranvías llamados Desire and Cemeteries, y como «la petite mort» de los franceses, esos autos y los temas que simbolizan corren juntos hacia el destino final de Blanche. Esta dicotomía está presente en casi todos los elementos de la obra, desde las caracterizaciones emparejadas de Blanche la romántica y Stanley el realista, hasta cómo todos los encuentros sexuales previos de Blanche se entrelazan con la muerte, hasta los nombres reales de los tranvías.

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