Análisis del personaje de Teseo
Como Oberón, Teseo es un personaje contradictorio. Por un lado, es el gobernante de Atenas y representa la voz de la ley y la autoridad en el reino de los mortales, en paralelo con la posición similar de Oberón en el mundo de las hadas. Su deber como dispensador de justicia se ve al principio de la obra a través de su interacción con Hermia y Aegeus. Aunque Teseo es más comprensivo con la difícil situación de Hermia que su padre, todavía promete sentenciarla a muerte si no acepta una de sus dos alternativas: casarse con Demetrio o unirse a un convento. Incluso cuando Hipólita está visiblemente molesta por su veredicto, Teseo insiste en que el primer objetivo de una hija debe ser obedecer a su padre. Como defensor de la autoridad en Atenas, el primer deber de Teseo es defender las leyes de la ciudad, incluso cuando parezcan injustas.
Basado en este ejemplo, la visión del amor de Teseo parece encajar dentro de los límites de la ley y la razón. Esta noción es apoyada por su discurso al comienzo del Acto V, en el que anuncia que las imaginaciones de los poetas, los locos y los amantes son todas iguales: todos son propensos a excesos más allá del ámbito de la razón. ¿Pero no es también Teseo un amante? Su declaración parece descartar su propia posición como amante de Hippolyta; como hombre razonable, ¿califica como amante? Sin embargo, incluso el racional Teseo afirma que el tiempo se mueve muy lentamente mientras anticipa el día de la boda, mostrando su deseo irracional. Pero su amor por Hipólita no es el afecto puro, fresco y libremente elegido de Hermia y Lysander. Como Teseo le recuerda a su novia, la ganó haciéndole daño: ella era parte del botín de guerra. En su pelea, Oberón y Titania nos dicen que esta no es la primera relación de Hipólita o Teseo. El nombre de Teseo no solo estaba vinculado al de Titania, sino que supuestamente violó y abandonó a Perigouna, Ariadne y Antiope, entre otros. Asimismo, Hipólita era la «amante de los borcegos» de Oberón y pasaba tiempo con Hércules y Cadmo. No amantes en su primera floración, Teseo e Hipólita ofrecen una imagen de amor más maduro.
El famoso discurso de Teseo en el Acto V también parece denigrar la facultad imaginativa del poeta, alineándolo con amantes y locos. Argumenta que el poeta «da a la aireada nada / Una morada y un nombre», un truco realizado por fuertes imaginaciones. Su teoría niega la importancia del oficio y la disciplina en la creación de arte, presentando el talento artístico como poco más que una fantasía aérea. Al elegir una pieza para las fiestas nupciales, no selecciona a los más hábiles intérpretes, sino a aquellos que presentan su arte con sencillez, deber y modestia. Si bien a Hippolyta no le gustan las actuaciones tontas de los jugadores, Theseus argumenta que tanto los buenos como los malos actores crean solo «sombras», y la audiencia debe desarrollar las actuaciones a través de su propia imaginación. En general, la visión de la imaginación de Teseo minimiza el trabajo del artista, colocando más responsabilidad en la audiencia.