Sobre El alcalde de Casterbridge
En cada página de las novelas de Wessex de Hardy, se muestra la influencia de la educación, la formación regional y los estudios de arquitectura de Hardy. Sus personajes son a menudo primitivos, como es el caso de El alcalde de Casterbridge – y mostrar todas las pasiones, odios, amores y celos que la vida rústica parece inspirar. Sin embargo, estos personajes son siempre reales, ya que se basan en personas con las que creció, personas de las que había oído hablar en leyendas y baladas, personas cuyas trágicas historias había desenterrado durante su aprendizaje de arquitectura. También hay pasajes largos, bien elaborados y descriptivos del campo circundante, edificios, carreteras, comercio y diversiones que conforman el entorno de Casterbridge. Es la naturalidad de Hardy al tratar con este entorno particular, al que llamó «Wessex», lo que nos tranquiliza e infunde a la obra una vida y una realidad propias.
La filosofía de Hardy dramatiza la condición humana como una lucha entre hombre y hombre, y entre el hombre y su destino. Por lo general, es el destino, o las fuerzas arbitrarias del universo, el que gana. El destino es todopoderoso, y en su ceguera el sufrimiento humano no tiene importancia. Esta malevolencia del destino ciertamente parece a veces demostrarse en El alcalde de Casterbridge. Sin embargo, la víctima del destino, Henchard, es también el mayor transgresor contra la moralidad, lo que indicaría un propósito en el sufrimiento que soporta. Además, la novela termina con una nota de esperanza debido a la fuerza de voluntad de Henchard y su determinación de sufrir y privarse para expiar sus pecados. Es este elemento el que hace del libro una consecuencia única de la filosofía de Hardy.
Ya sea que el pesimismo de Hardy parezca válido o no, debe recordarse que durante su vida, el El origen de las especies socavó el concepto prevaleciente de la ascendencia divina del hombre; la «alta crítica» recreó figuras bíblicas como seres humanos, no deidades; la ciencia ha revertido las opiniones y supersticiones prevalecientes; y la vida en general se volvió más rápida, más dura, menos preocupada por la belleza y el arte y más preocupada por la economía práctica. Hardy, como producto de su época, se vio profundamente afectado por los cambios violentos y las fuerzas que parecían sacudir al hombre como un muñeco de trapo. Era natural que los acontecimientos de su tiempo hubieran creado en él un profundo pesimismo, pero también fue una virtud ejemplar de su espíritu que en una de sus mejores obras, El alcalde de Casterbridge, presentó la solución al dilema: el hombre vencerá porque tiene nobleza y fuerza para resistir.