Sobre Bartleby el Escriba»»
Como muchos artistas, Melville se sintió obligado a elegir entre el arte y el dinero. El punto de inflexión de su carrera llegó en 1851. Con la publicación de moby dick, estaba desencantado con su intento de complacer al lector general. En cambio, cultivó un lenguaje más espiritual para expresar el lado más oscuro y enigmático del alma. Al igual que sus cartas, el estilo de Melville se volvió tortuoso y exigente; sus súbditos cuestionaron la naturaleza del bien y del mal y lo que él percibía como un trastorno en el orden universal. Pedro, su primer trabajo publicado después moby dick, con su énfasis en el incesto y la corrupción moral, ejemplifica su decisión de cambiar de dirección. Sus lectores, acostumbrados al gratificante bullicio de sus relatos marítimos, no supieron dar el salto del simple relato de aventuras a la ficción de investigación. Las gemas ocultas entre pasajes largos y digresivos requerían más esfuerzo de concentración de lo que los lectores podían o estaban dispuestos a hacer.
Desafiado a profundizar en las perplejidades de la moralidad, Melville evitó las superficialidades más evidentes y ahondó decididamente en misterios mayores. En aras de la economía y la velocidad, su producción declinó de la novela completa al cuento, una restricción estilística con la que nunca desarrolló soltura. Uno de los más obtusos de estos trabajos breves, «Bartleby the Scribe», subtitulado «A History of Wall-Street», se publicó por 85 dólares en de Putnam revisado en noviembre y diciembre de 1853; se centra en la deshumanización de un copista, el equivalente del siglo XIX a una fotocopiadora. Sugiriendo la propia obstinación del autor, el personaje principal responde a todos los interlocutores: «Prefiero no», declarando así su independencia de la intervención externa.
Caracterizado como una fábula simbólica de autoaislamiento y resistencia pasiva a la rutina, «Bartleby the Scribe» revela la extinción menguante de un espíritu humano. A lo largo de la enfermedad emocional de Bartleby, es pura voluntad la que suplanta las partes necesarias de su personalidad que se atrofian durante su permanencia en la oficina de Wall Street. El tema humanista, que vincula indisolublemente a uno de los ganadores de la vida con la patética muerte de un perdedor, relega a los dos personajes centrales a una sola hermandad, su pertenencia compartida a la familia de la humanidad. Las percepciones sutiles que no dan paz al narrador anónimo también atrapan al lector en un examen desconcertante de la naturaleza y el propósito de la caridad.