Ensayos Críticos Simbolismo en Oliver Twist
Una novela puede tener muchos niveles de simbolismo. El escenario y los personajes pueden transmitir un significado simbólico además de sus funciones de trama. Algún rasgo o gesto de una persona puede simbolizar un aspecto de su carácter, ya que el cariño de Bumble por su tricornio sirve para iluminar su devoción por una tradición de reconocimiento, estatus y poder.
Un personaje puramente simbólico es aquel que no tiene ninguna función argumental. El deshollinador, Gamfield, puede verse bajo esta luz. No contribuye en nada al desarrollo de la trama, pero se destaca como una encarnación significativa de la crueldad no provocada. Típicamente, el enunciado simbólico da expresión a una abstracción, algo menos obvio y tal vez incluso oculto. A pesar de su destacado papel en la trama, Brownlow ejemplifica en todo momento la virtud de la benevolencia.
La novela está atravesada por otro símbolo, la obesidad, que llama la atención sobre el hambre y la pobreza que la produce, llamando la atención sobre su ausencia. Es interesante notar la gran cantidad de personajes que tienen sobrepeso. Independientemente de la economía, aquellos que pueden considerarse lo suficientemente prósperos para estar razonablemente bien alimentados representan un contraste simbólico con la pobreza y la desnutrición. Por ejemplo, nótese que el consejo parroquial está formado por «ocho o diez señores gordos»; el maestro del asilo es un «hombre gordo y saludable»; Bumble es una «persona corpulenta»; Giles es gordo y Brittles «de ninguna manera es delgado»; El señor. Losberne es «un señor gordo»; uno de los corredores de Bow Street es «un hombre fornido». En muchos sentidos, la obesidad era tanto un signo de estatus social como la ropa.
El escenario está muy cargado de simbolismo en Oliver Twist. Las evidencias físicas de abandono y decadencia tienen sus contrapartes en la sociedad y en los corazones de hombres y mujeres. Las acciones oscuras y las pasiones oscuras se caracterizan concretamente por habitaciones oscuras, humo, niebla y noches negras como boca de lobo. El estado de ánimo predominante de terror y brutalidad despiadada se puede identificar con la lluvia frecuente y el clima inusualmente frío.
El estilo de Dickens está marcado por una especie de obesidad literaria que desagrada a algunos gustos modernos. Pero en este contexto, como en todos los demás, debemos mirar a Dickens desde el punto de vista de sus contemporáneos. Esto significa juzgar su arte sobre un caso tal y como fue visto por el público al que se dirigía, cuyos gustos y expectativas eran muy diferentes a las nuestras. Un tributo a la grandeza de su obra es que todavía hoy se puede leer con placer, a pesar de algunos de sus excesos.
En muchos sentidos, el ritmo de vida era más pausado y deliberado a principios del siglo XIX que ahora, por lo que los lectores tendrían tiempo para saborear el rico uso del lenguaje de Dickens. En un período en el que la gente se dejaba a su suerte por diversión, sin la intrusión de películas, radio o televisión, podían disfrutar de una exhibición de virtuosismo literario por derecho propio. La práctica de leer en voz alta ayudó a resaltar el arte del novelista. Cuando Dickens leyó sus libros, su audiencia estaba extasiada, por lo que, al menos inconscientemente, debe haber escrito pensando en el efecto oral.
Las condiciones de publicación fueron sin duda fundamentales en la conformación de la técnica del escritor. Cuando se enfrentó al desafío de retener a sus lectores durante más de un año, tuvo que hacer que sus escenas fueran inolvidables y sus personajes memorables. Solo un recuerdo vívido podría mantener el interés durante un mes entre capítulos. Además, existía la necesidad de llenar cada número con abundante acción para satisfacer a aquellos que volverían a leer mientras esperaban con impaciencia el próximo número. Lo que puede parecer una tarifa demasiado rica para aquellos que pueden leer la novela sin desmoronarse puede haber despertado el apetito de los lectores originales. La popularidad inmediata de las obras de Dickens atestigua la solidez de su juicio literario.