Resumen y análisis SEGUNDA PARTE: 8 de agosto de 1944
Resumen
La novela vuelve a 1944, cuando acaba de comenzar el bombardeo de Saint-Malo. El Hotel das Abelhas, donde Werner se esconde en el sótano, es alcanzado por una bomba. Werner queda temporalmente noqueado; cuando se despierta, se da cuenta de que tiene la cabeza herida y que el ruido lo ha ensordecido temporalmente. Sus compañeros soldados, Volkheimer y Bernd, todavía están vivos, pero Bernd está enterrado bajo un montón de escombros. El sótano se ha derrumbado y los tres hombres están atrapados.
El impacto de las bombas sacude la casa de Etienne y arroja vidrio y yeso, pero la casa no es alcanzada. Marie-Laure, que está en el sexto piso, se da cuenta de que necesita refugio. Usando su conocimiento íntimo de la casa para navegar a pesar de su ceguera, desciende seis tramos de escaleras y se refugia en el sótano debajo de la cocina.
Análisis
La segunda parte trata sobre la desorientación. El desmoronamiento de los mundos de Marie-Laure y Werner no es solo físico, sino también psicológico. Marie-Laure se siente desconectada de su propio cuerpo, imaginando que la ciudad de Saint-Malo es como un árbol gigante que Dios está arrancando de raíz. Los sentidos de Werner se sumergen en el caos: la luz se apaga, lo que significa que no puede ver; su audición es reemplazada por un fuerte zumbido por el impacto de las bombas; y el derrumbe del sótano del hotel hizo descender el techo, impidiéndole subir.
Incluso cuando ambos personajes superan el impacto inicial y recuperan el sentido, algo de su impotencia permanece. Marie-Laure no puede estar segura de si estará más segura en el sótano o afuera; después de todo, si la casa se incendia, ella arderá con él. Dada su situación y su ceguera, no parece posible tomar una decisión “segura”. Werner y sus compañeros soldados están atrapados de una manera aún más tangible: deben escapar del sótano, que parece estar a punto de derrumbarse, pero no hay salida.
La apertura de la parte, que describe la ciudad siendo bombardeada, refleja esta misma impotencia: las llamas se extienden, los niños gritan, objetos como letreros de tiendas y vallas se derriban. Estas cosas no tienen nada que ver con el esfuerzo de guerra, pero de todos modos están atrapadas en la carnicería.