Resumen y análisis: «Una rosa para Emily» Sección IV
La gente del pueblo, sin sospechar que el veneno está destinado a Homer, concluye que la señorita Emily probablemente lo usará para suicidarse. Después de que Homer les anuncia a los hombres que no es de los que se casan, la gente del pueblo piensa que su relación con la señorita Emily es una desgracia y tratan de detenerlo. Cuando no logran terminar la relación entre los supuestos amantes, escriben a los familiares de Miss Emily en Alabama, y dos primos vienen a quedarse con ella. Luego, la ciudad descubre que la señorita Emily ha comprado un juego de aseo para hombres (un espejo, un cepillo y un peine) con la inscripción «HB», así como ropa de hombre, incluido un camisón que, irónicamente, no servirá como camisón de novia. , sino como camisón de entierro durante décadas.
Homer desaparece después de que los primos de la señorita Emily se mudan a la casa, y todos asumen que se ha ido a prepararse para que la señorita Emily se reúna con él. Una semana después, los primos se van. Tres días después, Homer regresa. El narrador comenta: «Y esa fue la última vez que vimos a Homer Barron». La gente del pueblo nunca sospecha el horror de lo que sucede, creyendo que una mujer tan aristocrática como la señorita Emily nunca podría hacer nada malo. Se aísla durante seis meses, y cuando vuelve a aparecer en público, está gorda y su cabello es «pimienta y gris sal», del mismo color que el mechón de cabello que se encontrará en la almohada junto a O. El cadáver en descomposición de Homero.
Pasan los años y una nueva y más moderna generación de personas controla la ciudad. Miss Emily se niega a pagar sus impuestos; ella ni siquiera permite que se coloquen números postales en su casa, un gesto simbólico de su parte para resistir lo que la ciudad ve como un progreso. El narrador señala el poder de permanencia de la señorita Emily: «Así pasó de generación en generación: querida, ineludible, impenetrable, tranquila y malvada». El término «malvado» sin duda tiene un doble significado: su perversidad tanto al negarse a pagar impuestos y permitir números postales en su casa, como al dormir todas las noches con un cadáver.