Rey Lear



Análisis del personaje del Rey Lear

Lear es el protagonista, cuya voluntad de creer en los halagos vacíos de sus hijas mayores lleva a la muerte a muchas personas. Al confiar en la prueba de amor de sus hijas, Lear demuestra que carece de sentido común o de la capacidad de detectar la falsedad de sus hijas mayores. Lear no puede reconocer la honestidad de Cordelia en medio de los halagos que ansía. La profundidad de la ira de Lear hacia Kent, su devoto seguidor, sugiere un orgullo excesivo: Lear se niega a estar equivocado. La arrogancia lleva a Lear a cometer un grave error de juicio, mientras que la ira excesiva de Lear hacia Kent también sugiere la fragilidad de su estado emocional. Hubris es un término griego que se refiere al orgullo excesivo y destructivo. En el mundo griego antiguo, la arrogancia a menudo resultaba en la muerte de la figura trágica y heroica. Este es claramente el caso de Lear, quien permite que su orgullo desmedido destruya a su familia.

A lo largo de la obra, el público puede ver cómo Lear se enfrenta a los problemas. Se sorprende cuando la gente no obedece como lo hacía en el pasado, ya que Lear es el rey y espera ser obedecido. Sin embargo, en lugar de lidiar con los problemas, Lear busca al Loco para distraerlo con entretenimiento, para ayudarlo a olvidarse de sus problemas. Ha sido insultado y humillado como rey, pero no está preparado para enfrentarse a los responsables. En cambio, Lear a menudo responde a los problemas con ira y arrebatos de insultos, incluso un ataque físico cuando se le provoca. Cuando se enfrenta a insultos, Lear está indefenso, a merced de su hija y sus sirvientes, y a menudo sucumbe a la desesperación y la autocompasión. El otrora rey omnipotente lucha por encontrar una forma efectiva de lidiar con su pérdida de poder.

Finalmente, el rey revela que está asustado y preocupado por su futuro, pero se niega a someterse a las decisiones de otra persona. Lear quiere permanecer a cargo de su destino, incluso si las decisiones que toma son malas o están llenas de peligro. Así que Lear elige salir a la tormenta porque necesita mantener algún elemento de control. La única otra opción es aceptar tomar el control de las hijas, y para Lear, esa opción no vale la pena considerarla. Lear es terco, como un niño obstinado, y esta es solo una forma adicional en la que trata de lidiar con los eventos que controlan su vida. Lear huye hacia la tormenta, como un niño que huye de una realidad demasiado difícil de aceptar.

A pesar de su desesperación y autocompasión, se revela que Lear es un hombre complejo cuyo castigo supera con creces sus tontos errores y, por lo tanto, Lear merece la simpatía del público. Eventualmente, Lear muestra arrepentimiento, remordimiento, empatía y compasión por los pobres, una población que Lear no había notado antes. Lear se centra en los paralelos que ve con su propia vida, por lo que, en un sentido real, su piedad por los pobres es también un reflejo de la piedad que siente por su propia situación.

Lear es el rey ungido, el representante de Dios, y por lo tanto comparte la responsabilidad de hacer justicia en la tierra. Reconoce que es responsable de sus propios problemas y de los de los demás, que también sufren. Su comprensión de su complicidad en los eventos que siguieron es un paso importante para aceptar la responsabilidad y reconocer que no es infalible. Debido a su propio sufrimiento, Lear también aprendió que ni siquiera él está por encima de la justicia de Dios.



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