resumen del juego
Fausto no está satisfecho con sus estudios de medicina, derecho, lógica y teología; por lo tanto, decide recurrir a la peligrosa práctica de la nigromancia o magia. Hace que su sirviente Wagner convoque a Valdés y Cornelius, dos alemanes expertos en magia. Faustus les dice que ha decidido probar la nigromancia y necesita que le enseñen algunos de los fundamentos.
Cuando está solo en su oficina, Faustus comienza a experimentar con encantamientos mágicos, y de repente aparece Mephistophilis, en forma de un feo demonio. Fausto lo despide y le dice que vuelva a aparecer en forma de fraile. Faustus descubre que no es su lanzamiento de hechizos lo que saca a Mephistophilis, sino que cuando alguien maldice a la trinidad, los demonios aparecen automáticamente. Faustus envía a Mephistophilis de regreso al infierno con el trato de que si Faustus recibe veinticuatro años de poder absoluto, venderá su alma a Lucifer.
Más tarde, en su oficina, cuando Fausto empieza a desesperarse, se le aparecen un Ángel Bueno y un Ángel Maligno; cada uno anima a Fausto a seguir su consejo. Aparece Mephistophilis y Fausto acepta firmar un contrato de sangre con el diablo, aunque aparecen varios presagios que le advierten que no haga ese vínculo.
Faustus comienza a arrepentirse de su trato mientras la voz del Ángel Bueno continúa instándolo a arrepentirse. Para distraer a Fausto, Mephistophilis y Lucifer aparecen y desfilan los siete pecados capitales ante Fausto. Posteriormente, Mephistophilis lleva a Fausto a Roma y lo lleva a los aposentos privados del Papa, donde los dos se vuelven invisibles y gastan bromas al Papa y a algunos frailes desprevenidos.
Luego de este episodio, Faustus y Mephistophilis van a la corte del emperador alemán, donde evocan a Alejandro Magno. En este momento, Faustus también hace que un par de cuernos aparezcan repentinamente en uno de los caballeros que se mostró escéptico sobre los poderes de Faustus. Después de este episodio, se ve a Fausto vendiendo su caballo a un caballo con el consejo de que el hombre no debe montar el caballo en el agua. Más tarde, el caballo entra en la oficina de Faustus y acusa a Faustus de tratos falsos porque el caballo se ha convertido en un fardo de heno en medio de un estanque.
Después de realizar otros trucos mágicos, como traer uvas frescas en pleno invierno, Faustus regresa a su estudio, donde, a pedido de sus compañeros eruditos, evoca la aparición de Helena de Troya. Aparece un anciano e intenta hacer que Fausto tenga esperanzas de salvación y, sin embargo, Fausto falla. Sabe que ya es demasiado tarde para alejarse del mal y pedir perdón. Cuando los eruditos se van, el reloj marca las once y Faustus se da cuenta de que debe entregar su alma dentro de una hora.
A medida que el reloj marca cada segmento de tiempo que pasa, Fausto se hunde cada vez más en la desesperación. Cuando el reloj marca las doce, los demonios aparecen entre truenos y relámpagos y conducen a Fausto a su condenación eterna.