Resumen y Análisis Parte 1: Prólogo en el Cielo
Resumen
El Señor y todas las huestes de los cielos están reunidos. Los tres arcángeles, Rafael, Gabriel y Miguel, avanzan individualmente y recitan elocuentes alabanzas a la belleza y perfección del universo y la omnipotencia de Dios. Entonces entra Mefistófeles (también llamado Mefisto el diablo). No puede imitar las canciones de los demás, dice, porque le falta habilidad. Además, vio que la posesión de la razón y la inteligencia hacían infeliz a la humanidad, y eso le molesta.
El Señor refuta esta crítica a la humanidad citando el ejemplo de Fausto, un hombre que no se envilece por la razón y que finalmente será guiado por ella al conocimiento de la verdad. Dios y Mephisto difieren en su evaluación del potencial de Fausto. El diablo reprende la actual confusión indecisa de Fausto, pero el Señor la disculpa diciendo: «Los hombres cometen errores mientras se esfuerzan». Afirma que Fausto, al final, logrará la comprensión y la paz mental.
El Señor y Mephisto hacen una apuesta para resolver esta disputa. Mientras Fausto viva, el diablo puede tratar de influir en él y conquistarlo, pero si el juicio de Mephisto sobre Fausto resulta incorrecto, tendrá que admitir que «¡Un buen hombre con sus intuiciones a tientas! Aún conoce el camino que es verdadero y adecuado. » Mefistófeles y el Señor confían en la victoria y el trato está sellado. Los cielos se cierran y el Señor y los arcángeles desaparecen.
Análisis
Los cantos de los tres arcángeles expresan la creencia de Goethe de que el universo es un continuo dinámico donde la acción es la ley que domina a la Naturaleza y al hombre. Esta doctrina será ilustrada en la historia de Fausto. En este sistema, el único pecado absoluto es la inacción; el hombre, a pesar de muchos errores de juicio o desviaciones, puede encontrar el camino de la rectitud, pero sólo si continúa esforzándose. Eventualmente tendrá éxito si continúa luchando porque el esfuerzo es en sí mismo un acto moral y sus anhelos intuitivos apuntan a un buen final.
Mephisto representa el espíritu del cinismo negativista, de la negación sin fin. Puede ser una fuerza para bien o para mal, induciendo a un hombre a rendirse a sus instintos más básicos y abandonar la búsqueda, o llevándolo a través de una estimulación y frustración persistentes para encontrar la realización de sus ideales, es decir,. salvación. El Señor es el modelo de perfección por el que luchan los hombres. No se conmueve con las amenazas de Mephisto a Fausto porque sabe que el hombre tiene una voluntad innata para el bien y que los errores o la apostasía son incidentes naturales en la progresión humana hacia la rectitud.
La conversación y el trato entre Dios y Mefistófeles recuerdan una escena similar en la apertura del Libro de Job. Esta conexión bíblica es enfatizada por el uso que hace Goethe de un estilo alemán arcaico en esta sección. Crea un telón de fondo exaltado y sagrado para las tribulaciones mundanas de Fausto e invita al lector a comparar la concepción del universo de Goethe, donde el hombre es libre de errar y luchar, con la de Job, donde debe aceptar ciegamente su destino.
El escenario del prólogo del poema en el cielo implica que la vida y el destino de Fausto son cuestiones de significado universal, que aclararán la relación de Dios y el hombre, el bien y el mal, la existencia y la inexistencia. Además de este importante propósito, el prólogo presenta otra pregunta crucial, simbólicamente expresada en la apuesta de Mefisto: si el Señor era competente como Creador y si su creación, el mundo y sus habitantes, son dignos de sobrevivir.