Orestes



Análisis del personaje de Orestes

Tan grande es la diferencia entre el Orestes de la tragedia griega y el Orestes de Racine que algunos estudiantes quedan bastante desconcertados y no pueden aceptar a un Orestes víctima de un desdichado amorío en lugar de una oscura y mortal enemistad familiar.

En ambas obras, sin embargo, Orestes es una víctima y sus desgracias lo vuelven loco. Sin embargo, Racine deja algunas dudas en nuestras mentes sobre si Orestes es realmente la víctima de un destino abrumador o si, en cierta medida, no trae su propia perdición. Su discurso de apertura a Pylades se puede leer de dos maneras: como un reconocimiento franco de la maldición que pesa sobre él y como un ejercicio de autocompasión. Sus regaños a Hermione, sus comentarios desagradables sobre su abandono son comprensibles, pero difícilmente calculados para promover su demanda. El cortejo de Orestes recuerda un poco al de Alceste en El Misántropo.

Su cambio de personaje de víctima a perpetrador en el Acto III es completamente convincente y lo ennoblece a nuestros ojos. Sus nuevos proyectos pueden ser criminales, pero al menos está luchando contra su destino en lugar de aceptarlo pasivamente. El cambio, sin embargo, no es duradero, y significativamente Racine subraya el hecho de que el arma de Orestes nunca toca del todo a Pirro. Su locura en la última escena no es causada por los crímenes que cometió, sino por los que dejó de cometer.



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