Resumen y Análisis Libro II: El Discurso de la Utopía: Ocupaciones
Resumen
Además de los conocimientos y la formación en actividades agrícolas, que son compartidos por toda la población, cada hombre y mujer practica un oficio especial, como costura, albañil, carpintero o cerrajero. Las mujeres se dedican principalmente a la confección de telas y costura, los hombres a trabajos más pesados. Cada familia confecciona su propia ropa, práctica, sencilla y uniforme en color y corte. Los niños suelen seguir el oficio de su padre y se les enseña a hacerlo en casa, aunque esta no es una regla invariable.
Los siphogrants actúan como supervisores para garantizar que todos trabajen diligentemente en su oficio, pero la jornada laboral es de solo seis horas. Este horario permite mucho tiempo para estudiar o relajarse. La mayoría de los ciudadanos disfrutan de la lectura, y además de las conferencias públicas, hay juegos de salón como el ajedrez para el pasatiempo (aunque obviamente no juegan).
Hythloday explica cómo su jornada laboral de seis horas es adecuada para satisfacer las necesidades de la comunidad. Todos se dedican al trabajo productivo, excepto los sifograntadores y los sacerdotes. Él contrasta este arreglo con el de Europa, donde una clase de personas hace todo el trabajo necesario, mientras que un número considerable de personas no trabaja en absoluto o están ocupadas con servicios frívolos que satisfacen las vanidades de los ricos.
Un grupo muy selecto está exento de trabajar en un oficio a causa de una especial aptitud para las ocupaciones intelectuales, a las que se dedica por entero; de este grupo se eligen los magistrados, sacerdotes, embajadores e incluso el príncipe.
Análisis
El problema de la sociedad europea moderna radica en el hecho de que un segmento considerable de la sociedad, la clase ociosa, no contribuye significativamente a la productividad necesaria. Este es un punto cardinal en la queja de Hythloday contra el sistema de clases en el primer libro de Utopía. Los utópicos, nos dice, han encontrado la respuesta. Todo el mundo trabaja (bueno, casi todo el mundo) en un oficio productivo, y el resultado es que hacen el trabajo en una jornada de seis horas.
Su forma de pasar el tiempo después del trabajo parece agradable, sin duda, e inocente, aunque algo limitada, para los estándares creados para la diversión en este siglo. Es interesante reflexionar sobre ellos sin jugar. Esto encaja con su actitud hacia otras cuestiones morales, pero el hecho es que es difícil jugar sin dinero.