Análisis de personajes de Duncan
El Rey de Escocia debe ser una figura decorativa del orden y el orden, y Duncan es el epítome, o ejemplo supremo, de eso. Su lenguaje es formal y sus discursos están llenos de gracia y gracia, ya sea en el campo de batalla en el Acto I, Escena 2, donde su discurso trata asuntos de honor, o cuando saluda a su amable anfitriona Lady Macbeth en el Acto I, Escena 6. Duncan también expresa humildad (un rasgo que le falta a Macbeth) cuando admite su incapacidad para detectar la traición del anterior barón de Cawdor: «No hay arte para encontrar la construcción de la mente en la cara» (I: 4.11).
Lo que es más importante, Duncan es el representante de Dios en la tierra, que gobierna por derecho divino (ordenado por Dios), una característica de la realeza fuertemente respaldada por el rey Jaime I, para quien se representó la obra en 1606. Esta «deidad» del rey queda clara. en varias ocasiones en la obra, sobre todo cuando Macbeth habla del Duncan asesinado como si tuviera «una piel de plata lacada con… sangre de oro» (Acto II, Escena 3). La importancia de la sangre real, es decir, la herencia del derecho divino a gobernar, se enfatiza cuando, en la escena final, el hijo de Duncan, Malcolm, asume el título de rey, con las palabras «Por la gracia de la Gracia / Lo lograremos».