Líneas 997-1194



Resumen y Análisis: Edipo Rey, Líneas 997-1194

Resumen

Mientras Yocasta hace un sacrificio a Apolo, llega un mensajero para anunciar la muerte de Polybus. Edipo se regocija con la noticia de que el padre al que temía matar ha muerto por causas naturales, pero sigue preocupado por la profecía porque su madre aún vive.

Al escuchar a Edipo, el mensajero le dice al rey que no tiene de qué preocuparse, ya que Pólibo y Mérope no fueron sus verdaderos padres. Esta noticia aturde a Edipo, y espera que el pastor sepa la verdad de su nacimiento.

Yocasta ahora se da cuenta de que Edipo es el bebé que ella y Layo abandonaron, y que la profecía se ha hecho realidad. Ella le ruega a Edipo que detenga su investigación, pero él se niega y ella corre hacia el palacio gritando.

Análisis

Esta escena se convierte en múltiples ironías a medida que Edipo se acerca a la revelación de su nacimiento. Por ejemplo, el mensajero de Corinto trae noticias contradictorias: su padre ha muerto, le dice a Edipo, pero él no es su padre.

Incluso el ritual de apertura del episodio implica ironía. A pesar de su escepticismo anterior, Yocasta quema incienso por Apolo. Irónicamente, le ruega a Apolo, la fuente de esta verdad profética y el dios de la profecía, que libere a Edipo de sus temores sobre la misma profecía que dio el mismo Apolo.

Sin embargo, las noticias del mensajero devuelven a Yocasta a sus puntos de vista originales sobre la profecía. Incluso deja de lado la continua ansiedad de Edipo por su madre con la impía sugerencia de que «vive por casualidad» (1072), completamente ajeno a la advertencia de Apolo. Sin embargo, su valentía se hace añicos a medida que se desarrolla la escena y se da cuenta de que Edipo es, de hecho, el niño que ella abandonó.

Mientras tanto, Apolo parece haber respondido a la oración de Yocasta. Presionado por la terrible verdad, Edipo llama triunfalmente al pastor que le contará todo. En ese momento, Edipo se deleita con el tipo de orgullo que siempre precede a la caída de un héroe trágico. Parece orgulloso incluso en su (errónea) creencia de que es hijo de un pastor y de la diosa Azar, «la dadora de todas las cosas buenas» (1189). Al llamar diosa al azar, Edipo sigue el cuestionable consejo de Yocasta de reconocer que «el azar gobierna nuestras vidas» (1070).

En este punto, la verdad sobre el nacimiento de Edipo es casi inevitable, pero el hecho de que todavía no pudiera adivinarlo, y Yocasta acaba de darse cuenta, no le habría parecido extraño a la audiencia de Sófocles. Sófocles pretende que el público suspenda su incredulidad y deje que la tragedia se desarrolle según sus propias convenciones.



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