Resumen y Análisis Libro III: Sección III
Resumen
Ahora bien, profundizando en su concepto del Estado Ideal, Sócrates divide a los ciudadanos en tres grupos: los Guardianes se dividen en dos grupos, los gobernantes y los auxiliares; los gobernantes tienen prioridad en el gobierno del estado y los auxiliares los ayudan. El tercer grupo es esencialmente el mismo que se discutió anteriormente, los artesanos. Como era de esperar, los gobernantes son los mejores Guardianes; Deben ser hombres mayores y con más experiencia. Estos gobernantes deben ser incorruptibles e inmunes al soborno; en su juventud ya medida que maduren, serán probados para asegurar su honradez. En otras palabras, los gobernantes gobernarán como jefes de estado; los auxiliares vigilarán y defenderán el estado; los artesanos llevarán a cabo los negocios diarios necesarios del estado.
En este punto de la conversación, a Sócrates se le ocurre que las tres clases pueden en algún momento entrometerse entre sí y causar discordia en el estado. ¿Qué pasa si, por ejemplo, cualquier miembro de una clase en particular pregunta cómo llegó a ser clasificado?
Sócrates propone que a los ciudadanos se les diga «sólo una mentira real», una «falsedad necesaria». Esta falsedad tomará la forma de una historia, el Mito de los Metales, un mito que Sócrates discute en el texto. Glaucón duda mucho de la eficacia de esta «verdadera mentira» y Sócrates también, pero espera que el mito garantice la lealtad de los ciudadanos a la comunidad ya sus respectivas clases.
Sócrates concluye el Libro III con algunas otras estipulaciones relativas a las respectivas clases. Todas estas estipulaciones apuntan a asegurar la armonía del Estado.
Análisis
Ahora está claro que el plan de Platón para el estado ideal se manifestó, en teoría, en una «sociedad de clases», pero mientras que antes Sócrates hablaba de una división de trabajoahora se dirige a lo que podríamos llamar una división de Potencia. Por familiares que fueran en su vida las «tomas de poder» y las revoluciones, Platón parece querer prevenir y, uno espera, prohibir tales disensiones en el estado con la división en tres clases y la «mentira necesaria».
Como hemos visto hasta ahora, la conversación nos presentó una especie de mezcla filosófica de estadista práctico, mitología y sus usos, aspectos relacionados con las artes y la metafísica. Si bien acordamos previamente que las mentiras necesarias pueden usarse para dañar a un enemigo o aplacar a un amigo loco en peligro, nos incomodaba la mentira del Mito del Metal.
Debemos recordar que Platón es una sociedad en lo que podríamos llamar una especie de «flujo metafísico»; es una sociedad de un pueblo pagano que, aunque casi politeísta en sus creencias teológicas, parece estar tratando de pensar en su camino hacia una creencia monoteísta. Debemos recordar aquí que estamos tratando con una antigua Griego cultura; no es hebreo. Estas personas no recibieron la «palabra» de Dios; son ajenos tanto al Antiguo como al Nuevo Testamento. Al intentar el Mito de los Metales, Platón tal vez desee atribuir el nacimiento de los hijos de las tres clases a lo que podríamos llamar un primer motor, o una primera causa, o la voluntad de Dios. En la época de Platón, su cultura estaba experimentando no solo una serie de revoluciones políticas; también estaba experimentando un trastorno metafísico. Estos aspectos de la cultura de Platón todavía son objeto de acalorados debates entre los estudiosos de la antigua Grecia y del mundo antiguo en general.
En su búsqueda de la justicia ideal y un concepto viable del Buen Hombre, a menudo se dice que Platón racionalizó la existencia de Jesucristo trescientos años antes del nacimiento de Jesús.