Ensayos críticos La técnica del querido lector en Adán Beda
«Con una sola gota de tinta por espejo, el hechicero egipcio se compromete a revelar a la menor oportunidad que vienen visiones trascendentales del pasado. Eso es lo que me comprometo a hacer por ti, lector. Con esta gota de tinta en el At Al final de mi pluma, les mostraré el espacioso taller del Sr. Jonathan Burge, carpintero y constructor, en el pueblo de Hayslope, tal como apareció el dieciocho de junio, en el año de nuestro Señor, 1799».
el primer párrafo de Adán Beda solo es suficiente para marcar la novela como un producto del siglo premoderno. Con pocas excepciones, los autores modernos aceptan la idea de Henry James de que una novela debe crear un mundo en sí misma; un novelista no debe asumir la pose de alguien que «cuenta una historia» a un grupo de oyentes, sino que simplemente debe presentar una imitación completa e independiente de la realidad y dejar que se mantenga por sus propios méritos.
En la época de Eliot, la técnica del «querido lector» se usaba ampliamente. El método se deriva de la concepción popular anterior de que la ficción, dado que era literalmente «falsa», era un engaño básico y moralmente insalubre. Los autores del siglo XVIII, especialmente Defoe, se esforzaron en insistir en que sus novelas eran realmente relatos de hechos reales, y aunque el siglo XIX gradualmente aceptó la ficción Como la ficción, persistió la costumbre de hablar directamente al lector, como lo haría el editor de un periódico o el autor de una serie de memorias. Probablemente el ejemplo más famoso del uso de la técnica es el de Thackeray. feria de la vanidad, donde el autor se refiere a sus personajes como «títeres» y admite casi tímidamente que creó un mundo artificial. El impulso de separar la verdad de la ficción seguía vivo; la novela tardó otros cuarenta años más o menos en ocupar su lugar como una forma de arte seria que no se disculpaba por su propia existencia.
La técnica, entonces, es ante todo una convención. Eliot finge todo eso Adán Beda es una historia real Ella asume la pose de alguien que solo está registrando eventos de los que ha oído hablar. Ella dice en el capítulo 17, por ejemplo: «Pero lo deduje de Adán Beda, a quien le hablé de estos asuntos en su vejez», y continúa relatando una conversación que habría tenido lugar años después de los eventos presentados en el novela eran cosa del pasado. Esto, al mismo tiempo, tiene el efecto de destruir y mantener la ilusión de realidad que crea la novela como un todo. Destruye esta ilusión porque los hechos descritos ya no parecen inmediatos y presentes; lo apoya haciéndonos creer que estamos leyendo una historia extremadamente detallada de personas y cosas reales. Así, la novela flota incómodamente en el equilibrio entre ficción y realidad; nosotros reunirse los eventos descritos no son reales, pero estamos invitados a creer Que ellos son. El novelista moderno también hace esto, pero de un modo diferente; nos pide que absorbamos libremente su mundo ficticio, en lugar de insistir en que asimilemos el mundo ficticio al mundo real.
La técnica del «querido lector» también tiene algunas funciones prácticas. Debido a que la autora pretende estar «fuera» de su propia historia, es libre de comentar con su propia voz sobre los personajes y eventos que crea. Gran parte del análisis de personajes en Adán Beda es tratado desde este punto de vista; en el capítulo 5, por ejemplo, encontramos lo siguiente: «Por otra parte, debo alegar, como tengo una afectuosa parcialidad por la memoria del Rector, que no fue vengativo».
Eliot también usa el método para pedir simpatía y comprensión del lector, para guiar sus reacciones a su historia. En el Capítulo 3, nos pide que usemos nuestra imaginación histórica para visualizar cómo era el Metodismo en 1799, y en el Capítulo 17, nos pide que apreciemos su enfoque realista.
Estas dos funciones trabajan una al lado de la otra. Eliot tiene mucho cuidado de hacernos ver el sentido de su historia, por lo que analiza constantemente a las personas y los problemas involucrados para controlar nuestras reacciones intelectuales y emocionales hacia ellos. Esta forma un tanto insegura de proceder indica nuevamente que Eliot estaba escribiendo conscientemente una novela revolucionaria; Con miedo de que sus lectores no sepan qué pensar de su trama inusual, claramente les dice qué pensar.