José Arcadio Buendia



Análisis del personaje José Arcadio Buendía

En Macondo, la religión es una locura bizarra, si no francamente irracional. Uno de los párrocos («The Pup») pronuncia sermones que consisten en colecciones diarias del Bristol Almanac. En Macondo, los informes meteorológicos tienen más relevancia que los sermones de las Escrituras. Lo predecible, en este mundo mítico, debe ser lo inesperado; y cuando lo inesperado no es pecado, es sátira o magia. El gitano Melquíades, cuya edad es tan inmortal como los antiguos de la Biblia, escribió la historia de los Buendía anticipándose a todos los hechos narrados en la propia novela. Muere, pero vuelve a la vida «porque no puede soportar la soledad». Aquí el narrador se asemeja a Dios, y hay que aceptar el sentido de la fantasía del autor, porque en la persona de Melquíades se rompe la frontera que separa la realidad de la irrealidad. Cualquier cosa puede pasar y, si es necesario, la persona puede morir y volver a la vida o «tomar fotografías del mismo Dios».

En la literatura del mundo —el verdadero Macondo—, las definiciones esenciales de la vida tienen que vestir las ropas culturales de un país, por así decirlo, las que han sido cosidas en la imaginación artística. Así, tanto el mito como la ciencia son rehenes de las transformaciones artísticas de los lenguajes humanos y, a través del lenguaje, de la comprensión humana del mundo, tal como es y como aún no es. Parafraseando a Melquíades, las palabras tienen vida propia. Con el tiempo, nuestras instituciones religiosas más veneradas son cautivas del cambio estilístico y la fantasía artística del significado.



Deja un comentario