Análisis de personajes de Hank Rearden
La filosofía del objetivismo de Ayn Rand enfatiza la virtud de la productividad: la capacidad de los seres humanos para crear los bienes y servicios necesarios para sobrevivir en la Tierra. Hank Rearden es la encarnación de esa virtud. En su adolescencia temprana, Rearden luchó con esfuerzos hercúleos en las minas de mineral, negándose a reconocer el dolor y el agotamiento como razones legítimas para dejar de trabajar. Más tarde compró las minas y trabajó prácticamente 20 horas al día para construir un vasto imperio productor de acero. A través de 10 años de prodigioso esfuerzo, creó una nueva aleación de metal muy superior al acero. Su productividad es legendaria, incluso entre los otros gigantes industriales del valle. Andrew Stockton, dueño de la mejor fundición del país, dice que Rearden lo sacaría del mercado si se uniera a la huelga y caminara hacia el valle: «‘¡Pero hombre! Trabajaría para él como barredor de cenizas. a través de este valle como un cohete. triplicar la producción de todos.'»
La productividad es la adaptación de la naturaleza a las necesidades de supervivencia del hombre. Implica crear los bienes y servicios que requiere la vida humana. Porque nada se le da al hombre en la tierra, y todo debe ser creado, la productividad es una gran virtud moral. La mente es la fuente de toda riqueza, el medio por el cual el hombre crea valor económico y remodela el entorno físico. En consecuencia, la productividad es una expresión del principio de integración mente-cuerpo, la capacidad de la mente para crear abundancia material con el propósito de disfrutar la vida en la Tierra. Pero Hank Rearden mantiene, durante gran parte de la historia, una premisa equivocada que le impide reconocer su propia grandeza moral. Él cree en la teoría de que la mente y el cuerpo están divididos. Este punto de vista se conoce como la dicotomía mente-cuerpo: la creencia de que la mente o el alma pertenecen a un mundo «superior» más alto que este, y que la tierra está gobernada por los instintos «inferiores» del cuerpo. La liberación de Rearden de esta forma de pensar transforma su carácter.
Como Rearden inicialmente considera el cuerpo como vil o innoble, devalúa todas sus actividades. Inicialmente reprende a Dagny y a él mismo por su amor apasionado. Él también le dice, en el contexto de discutir el potencial ilimitado de Rearden Metal, «Somos un par de sinvergüenzas, ¿no? No tenemos metas o cualidades espirituales. Nos importa». Al comienzo de la historia, no es capaz de reconocer la gran virtud que representa su productividad o su relación con Dagny.
La amistad de Rearden con Francisco le enseña que la producción material es un proceso intelectual y una virtud sublime. Su relación con Dagny le enseña que el sexo implica la expresión de las creencias y valores más profundos de un individuo; se siente atraído por ella porque representa los mismos valores de racionalidad y productividad industrial que él aprecia. Solo cuando Rearden descarta la idea de que el cuerpo y sus preocupaciones son bajos es capaz de reconocer su propio valor superlativo.