Análisis de personajes Gail Wynand
Wynand es un poderoso editor de tabloides vulgares que se opone a todo lo que representa Roark. Pero también, como Dominique, ama los logros más nobles del hombre y posee una galería privada de grandes obras de arte. Wynand es un hombre de premisas mixtas. Gobierna su vida privada por su propio juicio; en consecuencia, está lleno de elementos y personas que él, no su audiencia, valora. Ama a Dominique, Roark, los edificios de Roark, el hermoso arte que llena su galería. Nadie, ni siquiera su madre, Ellsworth Toohey, su audiencia, le dice a Wynand cómo conducir su vida personal. Sólo tu propio pensamiento hace eso. Pero en su vida profesional, es un alcahuete descarado. La bandera no representa su valores y pensamiento, sino el de los gustos más vulgares de la sociedad. Irónicamente, el papel no se convierte realmente en el de Wynand hasta que defiende a Roark en el caso de Cortlandt; solo entonces hazlo La bandera reflejan los estándares y valores de Wynand.
La historia de Gail Wynand es una tragedia. Es un hombre con la mente, el talento y la iniciativa para hacer grandes cosas, pero se trae el desastre a sí mismo por sus propios errores. Al crecer en los duros barrios bajos de Hell’s Kitchen, Nueva York, comete un error fatal al sostener que en este mundo, un hombre gobierna o es gobernado, conquista o es conquistado. Él cree que la mayoría de los seres humanos son idiotas corruptos, un rebaño sin sentido, y que la única forma de sobrevivir para los pocos individuos inteligentes y competentes es obtener poder. Le da al público lo que quiere, logrando riqueza e influencia política en el camino. Pero traiciona su propia mente en el proceso.
Wynand es un hombre de valores exaltados que cede ante los estándares degradados de la multitud. Al final, la contradicción lo destruye. Cuando defiende a Roark en La bandera, su pensamiento rige por primera vez la política de su periódico. Escribe brillantes editoriales defendiendo a los genios solitarios que se opusieron a los hombres de su tiempo, grandes personajes que, aunque perseguidos por sus sociedades, fueron reivindicados por la posteridad. Por primera vez, Wynand usa su diario para defender los nobles ideales que valora. Pero calcula mal. Aquellos a quienes favorece no pueden apreciar un noble ideal, y aquellos que pueden apreciar un noble ideal hace mucho tiempo que dejaron de tomar a Wynand en serio. El papel vuelve sin leer. Wynand pensó que tenía poder. Creía que sus periódicos moldeaban la opinión pública. Con amargura, descubre que sus papeles nunca le pertenecieron a él, sino a la multitud, y que la opinión pública dictó sus políticas, no al revés. Wynand descubre tardíamente que al buscar el poder, un hombre se rinde a los mismos individuos que busca gobernar. Aprende que un gobernante debe aplacar a los gobernados y que entonces su vida está dominada por los valores de sus súbditos. Si un gobernante trata de seguir su propia conciencia, si elige despreciar los deseos del rebaño, entonces el rebaño se vuelve contra él, desechando su «autoridad» y volviéndose hacia otro. Wynand descubre que un buscador de poder no tiene poder y que su propia vida se basó en una mentira.