Estudio de Fausto (ii)



Resumen y Análisis Parte 1: Estudio de Fausto (ii)

Resumen

La noche encuentra a Fausto en su oficina. El caniche sigue con él. El alma de Fausto está tranquila después de su feliz tarde y se siente confiado en encontrar la paz. Él dice:

Ah, cuando en nuestra estrecha celda
La lámpara una vez más transmite buen ánimo,
Entonces en nuestro seno – en nuestros corazones
Esto se sabe, entonces las cosas se aclaran.
La razón una vez más comienza a hablar
Y las flores de la esperanza una vez más para esparcirse;
Uno anhela las corrientes de la vida,
Ah, y a la fuente de la vida.

Pero la depresión de Fausto comienza a regresar con esas últimas palabras. Para renovar su inspiración, comienza a traducir el Evangelio de San Juan al alemán, pero no puede pasar de la primera línea: «En el principio era el Verbo». Después de hacer varios intentos para seleccionar una versión que le satisfaga, Fausto finalmente decide: «En el principio era escritura».

Análisis

Este episodio cristaliza uno de los principales temas filosóficos del poema: la concepción de Goethe de que la acción es la fuerza creadora y rectora del universo. Este es el significado metafísico de la traducción final de Fausto.

El caniche comienza a gruñir y continúa gruñendo mientras Fausto continúa leyendo la Biblia. Faust se da cuenta de que una misteriosa presencia espiritual ha tomado la forma del perro. Utiliza un encantamiento mágico para obligarlo a aparecer. En un instante, Mefistófeles se presenta ante él disfrazado de erudito viajero.

Este es un momento crucial. Mefisto busca a su víctima desde que hizo la apuesta con Dios, pero le tocó a Fausto dar el primer paso en su propia seducción, reconociendo e invocando al diablo. Este acto confirma la sospecha de Mephisto sobre el disgusto de Fausto con los métodos positivos de encontrar satisfacción e ilustra el movimiento de Fausto hacia el cinismo nihilista que caracteriza al diablo. El disfraz de Mephisto se elige a propósito para que Fausto se sienta cómodo con él y para evitar que se asuste por la aterradora apariencia sobrenatural del Espíritu de la Tierra.

Faust detecta la identidad de su visitante, pero Mephistopheles se niega a revelar su nombre. En cambio, se describe a sí mismo explicando su papel en el plan divino, diciendo que es

una parte de ese poder
Quien siempre quiere lo malo, siempre consigue lo bueno. . .. . . el Espíritu que siempre niega.

Se produce un debate metafísico sobre la descripción de Mephisto de sí mismo como parte de un todo, un concepto que Fausto encuentra difícil de aceptar. Después de la conversación, Fausto invita a Mefistófeles a visitarlo nuevamente. El diablo se prepara para partir, pero no puede ir porque Fausto no ha lanzado el hechizo que lo invocó. Fausto se niega a liberar a Mefistófeles. El descubrimiento inesperado de que hasta el diablo está sujeto a una forma de ley le hace considerar la posibilidad de hacer un contrato con él. Tiene la intención de obligar a Mefistófeles a comprar su libertad.

Sin embargo, el diablo no es tan impotente como ha pretendido. Convoca a un coro de espíritus que arrullan a Fausto para que se duerma con una canción idílica sobre los placeres sensuales de las tierras paganas del sur. Entonces Mefistófeles convoca a unos ratones y huye. Cuando Faust despierta, la habitación está vacía. Se pregunta si está soñando.

La creencia de Fausto de que la aparición de Mephisto fue solo un sueño es uno de los muchos indicios de que el diablo es en parte una representación simbólica de aspectos ocultos de la personalidad de Fausto (la naturaleza humana en general).



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