En la estrofa 1, el hablante revela que el viento ha dejado de soplar. Está de paseo por el campo, y cuando soplaba el viento, dejaba que guiara sus movimientos. Ahora que el viento se detuvo, él también se detuvo.
En la Estrofa 2, el hablante describe cómo está sentado, lo que nos da un vistazo más profundo a su estado mental: sus rodillas están dobladas y su cara está tan lejos entre ellas que su cabello cuelga hasta el suelo. Está callado, impasible para hablar incluso para sí mismo, sus oídos atentos al sonido de la naturaleza a su alrededor.
En la estrofa 3, el hablante describe lo que está mirando. Abarcando la extensión de su campo de visión en esta posición hay diez malas hierbas. Se topa con un bosque a la sombra, atraído por la geometría de su diseño de tres tazas.
En la estrofa 4, el hablante revela que el estado emocional que lo llevó a la colina es «dolor perfecto» (13). Su escape de esta profunda confusión emocional no es «sabiduría» ni «memoria» (14). En cambio, es el conocimiento de que la purga de bosque «tiene una taza de tres» (16).