El carácter de Mephistophilis y el concepto de infierno



Ensayos críticos El carácter de Mephistophilis y el concepto de infierno

Mephistophilis es el segundo personaje dramático más importante del drama. Aparece en la mayoría de las escenas con Fausto. Cuando Fausto lo ve por primera vez, es terriblemente feo. Fausto lo despide inmediatamente y lo hace reaparecer bajo la forma de un fraile franciscano. La mera apariencia física de Mephistophilis sugiere la fealdad del mismo infierno. En el transcurso de la obra, Faustus parece haber olvidado lo feos que son los demonios en su forma natural. Sólo al final del drama, cuando los demonios vienen a llevar a Fausto a su condenación eterna, vuelve a comprender el terrible significado de su fea apariencia física. Como exclama Fausto cuando ve a los demonios al final del drama, «¡Víboras y serpientes, déjenme respirar un poco! / ¡Qué feo, no se queden boquiabiertos!».

En su primera aparición, encontramos que Mephistophilis está vinculada a Lucifer de manera similar a la posterior servidumbre de Fausto. Mephistophilis no es libre de servir a Faustus a menos que tenga el permiso de Lucifer. Luego, tras el pacto, será siervo de Fausto durante veinticuatro años. En consecuencia, los conceptos de libertad y esclavitud son ideas importantes vinculadas a Mephistophilis y Faustus. En otras palabras, ninguna persona en todo el orden del universo es enteramente libre, y lo que Fausto espera en su contrato es una completa y total libertad física, no moral. Es paradójico que el genial Dr. Fausto no ve esta contradicción en sus puntos de vista sobre la libertad y la esclavitud.

En la mayoría de las escenas, Mephistophilis funciona como representante del Infierno y Lucifer. Solo en unos pocos momentos fugaces vemos que Mephistophilis también está experimentando sufrimiento y condenación debido a su condición de ángel caído. En la tercera escena, admite que también está atormentado por diez mil infiernos porque una vez probó la dicha del cielo y ahora está en el infierno con Lucifer y los otros ángeles caídos.

Ante la insistencia de Fausto en conocer la naturaleza del infierno, Mephistophilis revela que no es un lugar, sino una condición o estado del ser. Cualquier lugar donde Dios no esté es un infierno. Estar privado de la bienaventuranza eterna también es un infierno. En otras palabras, el cielo es admitido en la presencia de Dios y el infierno, por lo tanto, es la privación de la presencia de Dios. Esta definición del infierno correspondía a la doctrina recién fundada de la Iglesia Anglicana, que acababa de romper con la Iglesia Católica Romana. Pero Marlowe también utiliza un concepto medieval del infierno con fines dramáticos. A medida que los demonios aparecen en la escena final y Fausto contempla su condenación eterna, hay fuertes indicios e imágenes de un infierno que consiste en severos castigos y tormentos, donde feos demonios pululan y castigan al pecador impenitente.



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