Conde de Gloucester



Análisis del personaje del conde de Gloucester

Gloucester es retratado como un viejo tonto cuya incapacidad para ver a través de las mentiras de Edmund es paralela a las propias dificultades de Lear. Confundiendo los motivos de Edmund, Gloucester está cegado a los eventos que ocurren a su alrededor, incluso antes de que Cornwall le saque los ojos. Claramente, no es lo suficientemente intuitivo o rápido para comprender la trama o las corrientes subterráneas presentes a su alrededor. Gloucester culpa de los acontecimientos a las estrellas y así se absuelve de cualquier responsabilidad por sus acciones.

Más tarde, Gloucester está dispuesto a sacrificar su propia vida por el rey. Este comportamiento heroico distingue a Gloucester de su hijo menor, Edmund, que es solo un oportunista. Al igual que Lear, Gloucester siente desesperación y cuestiona a un dios, y al igual que Lear, Gloucester encuentra su humanidad en medio de su tragedia. El anciano ciego que pide que le traigan ropa para poder cubrir a Bedlam Tom es un hombre muy diferente del Gloucester del Acto I, quien en la escena inicial de la obra se jactó del buen deporte en la concepción de Edmund. En lugar de un fanfarrón desconsiderado, Gloucester está lleno de compasión por el pobre Tom. Esta compasión por sus semejantes indica que Gloucester lamenta el comportamiento de su pasado, ya que busca enmendarse compartiendo con aquellos a los que nunca notó antes de los eventos recientes.



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