Análisis de personajes de Clarissa Dalloway
Clarissa acaba de recuperarse de una enfermedad y todavía está frágil. Su esposo trata de protegerla, instándola a seguir las órdenes de los médicos, pero Richard siempre ha tratado de proteger a su esposa. A pesar de disfrutar de las fiestas, Clarissa es básicamente tímida y Richard también lo es; por lo tanto, cada uno es considerado y cuidadosamente protector del otro. Hay límites verbales y emocionales que Clarissa no cruza, y existen exactamente esos límites que Richard no cruza. Él piensa que la preocupación de Clarissa por sus fiestas es una tontería, pero nunca se lo dice abiertamente; ella es consciente de su actitud por lo que no dice. Asimismo, a Clarissa no le preocupan los intereses de Richard en los asuntos gubernamentales; él conoce sus sentimientos, pero ninguno de los dos verbaliza lo que saben el uno del otro. Hacen todo lo posible para no lastimarse unos a otros.
Hay fuerza en el amor entre Richard y Clarissa, pero la fuerza no se compone de años de tejido cicatricial endurecido. El amor entre Richard y Clarissa no tiene cicatrices. Es fuerte porque ambos lo cuidaron y no lo desgarraron con ira, sino que lo repararon con redoblado cariño. El amor entre Clarissa y Richard es literalmente este: entre ellos. Los une, flojamente, pero también es una barrera autoimpuesta y, para cada uno, una barrera protectora.
A Richard le gustaría una vida en el campo con perros, pero no puede exigir eso para sí mismo. Una vida de campo es un sueño perdido; es más feliz y seguro en su puesto gubernamental, viviendo con su amable y educada esposa. Al igual que su marido, Clarissa también tiene un sueño perdido: desea poder vivir tan plenamente como imagina que lo hace Peter Walsh. Pero hace mucho tiempo Clarissa, según lo que sabía de sí misma, se dio cuenta de que jamás podría acompañar a Peter en su aventura de vivir. Sus valores eran muy diferentes. Peter quería compartirse a sí mismo y todo lo que había experimentado. Clarissa creía que nunca podría, ni Peter podría, romper con todos los miedos que tenía sobre los hombres, las mujeres y la vida, liberarse y ser feliz. Clarissa valoraba demasiado su «alma» como para dársela a Peter. Tenía miedo de entregarse a Peter, oa la vida, y aceptar «el calor del sol» y «las furiosas furias del invierno». Ella esquivó la camino Pedro amaba la vida. Se casó con Richard Dalloway para poder amar la vida a su manera intensa pero interior.
A su manera, Clarissa responde viviendo. Sra. Dalloway contiene muchos ejemplos de la respuesta de Clarissa a la vida. Ella aprecia profundamente las flores, inhalando su delicada dulzura y ricos aromas terrosos; el aire corre sobre su piel y ella se emociona con sus ondulantes sensaciones; en su interior se agita el ruido de los coches y de los vendedores ambulantes. Ella es sensible al «momento», a la «poesía de la existencia» en todas sus dimensiones sensuales, pero la emoción llega solo a los propios límites de Clarissa. A diferencia de Peter, ella no se siente impulsada a compartir experiencias; a menos que Peter pueda «compartir» un momento, su valor no se realiza por completo. En ese sentido, Clarissa sigue siendo virginal.