Capítulos 8-11



Resumen y Análisis Libro 1: Capítulos 8-11

Resumen

Agustín habla de su infancia. Durante este tiempo, observando cómo los adultos usan las palabras y usando el poder de la memoria, Agustín entendió que una palabra indicaba una cosa determinada. Al aprender el idioma, Agustín se unió a la sociedad humana. Luego lo enviaron a la escuela. Cuando era perezoso, lo golpeaban. Encontró el castigo miserable, aunque los adultos solo se rieron de su miseria. A Agustín le encantaba ver programas para adultos y deportes, y también fue castigado por ello.

Cuando era niño, Agustín fue introducido al cristianismo. Cuando enfermó gravemente, rogó que lo bautizaran. Su madre lo habría arreglado, pero Agustín mejoró, por lo que su bautismo se retrasó. Agustín lamenta no haber sido bautizado de niño, pero su madre pensó que era mejor dejarlo enfrentar las tentaciones de la adolescencia antes del bautismo.

Análisis

La infancia de Agustín es el tema de esta sección. Su descripción de cómo aprendió a hablar es encantadoramente simple, pero muestra el buen ojo de Agustín para observar el comportamiento humano. Es notable que describe su motivación para aprender a hablar como egoísta: quería que los demás obedecieran sus deseos.

El lenguaje es la clave de Agustín para entrar en la sociedad humana, y se convierte en su clave para el éxito mundano. Deja en claro desde el principio que sus padres solo tenían los objetivos más superficiales para promover su educación; es decir, ponerlo en una buena carrera como retórico. Las locuras de los niños, satíricamente contrastadas con las locuras de los adultos, forman otro tema de esta sección, señalando la superficialidad de la educación de Agustín y la futilidad del deseo de riqueza o fama: Los maestros que lo castigan comparten los mismos pecados infantiles de celos. y la ira, lo que hace, y los padres que desaprueban su amor por los espectáculos teatrales castigan su ociosidad sólo para que llegue a ser tan rico como los hombres que se ponen los espectáculos. Sin embargo, Agustín admite que la educación en sí misma es buena y que podría haberle dado un mejor uso a su entrenamiento. Agustín dedica un espacio considerable a las palizas que le infligieron sus maestros. Se basa en recursos literarios comunes cuando se lamenta de la vida miserable de un estudiante y compara los asuntos «menores» de los niños con los asuntos supuestamente «mayores» de los adultos, pero la fuerza de su descripción sugiere que desaprueba genuinamente el castigo corporal.

Sin embargo, Agustín afirma específicamente que merecía su castigo, no por ser flojo o estúpido, sino porque desobedeció a sus padres y maestros. La insistencia de Agustín en este punto es más fácil de entender si se recuerda que la desobediencia está en la base de toda pecaminosidad humana. Al enfatizar su desobediencia, Agustín establece comparaciones entre sus propios impulsos infantiles y la condición de todos los seres humanos.

Como explica Agustín, era una práctica común en la iglesia cristiana primitiva retrasar el bautismo, un importante sacramento cristiano, tanto como fuera posible hasta el final de la vida. El bautismo se consideraba como la limpieza del creyente de todos los pecados cometidos anteriormente y, por lo tanto, cualquier pecado cometido después del bautismo sería mucho más difícil de perdonar. Esto explica la piadosa renuencia de Mónica a bautizar a su hijo después de que su enfermedad haya mejorado, porque tiene una larga vida de pecado por delante. Agustín desaprueba enérgicamente la práctica de retrasar el bautismo, sintiendo que hubiera sido mejor traerlo a la salvación de Dios que dejarlo pecar porque era joven. El bautismo no le habría impedido pecar, pero para Agustín, el perdón de los pecados no es un evento de una sola vez, de todo o nada. Debido a que todos los seres humanos están sujetos a la influencia del pecado original, constantemente pecan y constantemente necesitan el perdón y la gracia de Dios. Una vez más, Agustín hace una analogía con la vida cotidiana: nadie recomendaría dejar que un hombre enfermo empeore, simplemente porque aún no está completamente curado.

Este capítulo marca la primera aparición real de la familia de Agustín, además de las imágenes difusas de su madre y enfermeras alimentándolo y cuidándolo en la infancia. Su madre, Mónica, se presenta como una mujer de fuerte carácter y ya una enorme influencia en el joven Agustín, particularmente en su ejemplo de fe cristiana. Elogia la piedad de Mónica, particularmente porque tuvo que lidiar con un esposo que todavía era pagano, pero su interpretación no es uniformemente brillante. Ella pierde una importante oportunidad de salvar a Agustín, y esta es la única vez que lo hace en su vida. Agustín entiende su razonamiento pero expresa su decepción. En comparación, la descripción que hace Agustín de su padre es la de alguien distante, como si la influencia de su padre apenas se sintiera en la presencia dominante de su madre. Al menos su padre no le prohíbe a su madre practicar su religión, permitiendo que todos los niños sean criados como cristianos. Aun así, es Mónica quien recibe los elogios de Agostinho por ser obediente a su marido, porque obedeciéndolo a él, estaba obedeciendo la voluntad de Dios.

Glosario

catecúmeno un cristiano que recibe instrucción en la fe pero aún no ha sido bautizado. Como hijo de una madre cristiana, Agustín fue al menos nominalmente catecúmeno desde la infancia.

signo de la cruz un gesto de bendición; un sacerdote bendijo a los catecúmenos haciéndoles la señal de la cruz.

sal se puso sal en la lengua de los nuevos catecúmenos. La sal se usaba a menudo como protección contra los malos espíritus, y también recordaba la advertencia de Cristo a la iglesia de que «vosotros sois la sal de la tierra» (Mateo 5:13).



Deja un comentario