Capítulo XXI



Resumen y Análisis Parte 1: Capítulo XX

Resumen

Continuando su viaje sediento hacia la noche, Sancho y Don Quijote escuchan los sonidos alegres de una cascada cercana, pero se llenan de horror cuando escuchan golpes fuertes y regulares. Sancho le ruega a su amo que investigue los ruidos extraños solo durante el día, pero Don Quijote es valiente y firme, y le encarga a su escudero que apriete la cincha de Rosinante para prepararlo para el ataque. Sancho, sin embargo, ata las patas traseras del caballo para que salte hacia adelante sobre la espuela pero no pueda avanzar más. «El cielo está de mi lado», declara Sancho, «así que debes tener paciencia hasta que se aclare». Al amanecer, Sancho desata en silencio las piernas de Rosinante y cabalgan más cerca del ruido. Don Quijote está «a punto de caerse de su caballo en vergüenza y confusión», porque los fuertes golpes son solo los sonidos de seis martillos golpeando la tela. Sancho se ríe tanto que Don Quijote lo golpea con ira. «Mire, señor bufón», dice, «si esto, en lugar de martillos llenos, hubiera sido una aventura peligrosa, usted cree que no he mostrado el coraje necesario para el intento y el logro». Sancho pide perdón y jura «temerte siempre y honrarte como mi Señor y Maestro».

Análisis

Este capítulo no solo vuelve a describir cómo las imaginativas armas de Don Quijote superan los obstáculos, sino también cómo se desarrolla la relación entre el amo y el escudero. Sancho, deseoso de imitar al maestro, piensa que atar las piernas a Rosinante y luego decir que es voluntad de la Providencia mantenerlas en el mismo lugar son racionalizaciones típicas de Don Quijote. En este punto, sin embargo, Sancho es solo un payaso imitador, transformando la realidad por engaño en lugar de por la fuerza de la fe. Hasta que se vuelva un poco «quijotesco», seguirá teniendo una noción confusa de la diferencia entre la verdad y la ilusión.

Don Quijote, en cambio, no utiliza ningún truco. Comprendiendo todo con su imaginación, es capaz de superar cualquier peligro porque la aparición del obstáculo es intrascendente. Los batanes y los gigantes son conquistados por los esfuerzos de la imaginación, por un ataque de fuerza de voluntad de ideales e ideas. Sancho, temeroso y ansioso en la oscuridad, se acurruca cerca de su maestro visionario porque no puede ver el peligro pero está listo para burlarse del héroe cuando no hay nada que temer. En otras palabras, Sancho y el resto de los hombres comunes dependen de los hombres de ideas cuando están amenazados por algo que sus sentidos no pueden captar. Los héroes y líderes de los hombres son siempre los que imponen su voluntad sobre la realidad, los que tuercen los acontecimientos según la idea. La realidad, para Don Quijote, es por tanto una cualidad interna, y sólo renuncia a este poder de perspectiva cuando está al borde de la muerte.



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