Capítulo LXXIV



Resumen y Análisis Parte 2: Capítulo LXXIV

Resumen

Mientras Don Quijote languidece, la casa imagina que está enfermo de pesar por la derrota y desilusionado por el desencanto de Dulcinea. El párroco, el bachiller Sansão Carrasco y Sancho intentan animar al enfermo. Nada ayuda; Don Quijote hace testamento, es confesado por el párroco. Reuniendo a sus amigos, el noble les dice: «Buenos amigos, os tengo buenas noticias; ya no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, el mismo que el mundo por su honrada conducta se complace en llamar Bueno». .. Me declaro ahora enemigo de Amadis de Gaula y de toda su generación. Entonces Sancho, llorando, ruega a su señor que no muera, que hay caballerías por hacer. Basta de tonterías, dice el Don con tristeza: » No hay pájaros en los nidos del año pasado.” En su testamento, Don Quijote dicta que su sobrina, si decide casarse, debe elegir un hombre que no tenga conocimiento de libros de caballería. herencia Muere don Quijote Entre las palabras del «astuto Cid Hamet» dirigidas a su pluma, Cervantes escribe: «Solo para mí nació el gran Quijote, y yo solo para él; a él le tocaba actuar, a mí escribir, y somos uno a pesar de todo. de aquel pretendiente tordesilhiano [Avellaneda] que tuvo, y puede tener, la osadía de escribir con tosca y mal arreglada pluma de avestruz las hazañas de mi valeroso caballero.

Análisis

Ahora que Don Quijote está a punto de morir, Sancho está en el colmo de su locura. Rogando a su amo que se levante y salga de nuevo como caballero andante, Sancho expresa su quijotismo: negar la muerte, negar la cordura y servir de nuevo a la Dulcinea que concede la inmortalidad. Pero no puede revivir la fe desilusionada de don Quijote, y él, Sancho, queda como heredero del quijotismo.

El discurso del autor a su pluma vuelve a subrayar la fantasía de Cervantes de llamar a sus personajes creados sus «hijastros». la grandeza de Don Quixote no se manifestó en ninguna parte de sus obras anteriores, y no es difícil imaginar que Cervantes creyó que era simplemente el medio incidental de algún espíritu creativo que engendró al caballero visionario. «Solo yo», escribe Cervantes, nací para don Quijote y, debe añadir, su espíritu trasciende mi arte.



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