Análisis del personaje de Arthur Donnithorne
Al igual que Adam y Hetty, Arthur es un personaje muy complejo, una amalgama de buenas y malas cualidades. Básicamente es un joven agradable y de buen corazón que odia la idea de lastimar a alguien y al que le gusta llevarse bien con todos los que conoce. Es un hombre rico y aristócrata que pretende utilizar su riqueza y posición social para buenos fines; a diferencia de Hetty, sus sueños para el futuro no se tratan solo de su propia felicidad; él quiere beneficiar a otros también. Arthur es un espíritu alegre, alegre, encantador y amistoso.
Pero él es muy irreal. Debido a sus antecedentes, no siente que tenga que trabajar para conseguir lo que quiere; él piensa que sus sueños se harán realidad sin esfuerzo. Tampoco se conoce muy bien a sí mismo. Arthur es muy seguro de sí mismo, pero sin razón; le falta la autodisciplina que podría justificar su confianza. Es consciente de sus propios defectos, por ejemplo, su tendencia a vacilar, pero no puede corregirlos. Su excelente opinión de su propia virtud le impide pensar en términos de superación personal, y es demasiado débil para seguir su propia conciencia sin estar obligado a hacerlo.
Este conjunto de actitudes mete a Arthur en problemas y le impide irse. Sabe que su deseo por Hetty no es práctico, pero eso no le impide seducirla; él la quiere y está acostumbrado a conseguir lo que quiere, aunque no es implacable. Más tarde se niega a creer que algo malo resultará de la relación y continúa desempeñando el papel del hombre honorable, aunque se comporte de manera deshonrosa; sus acciones objetivas no influyen en su propia imagen. Finalmente, no puede romper la relación porque es muy amable; no puede soportar causarle dolor a Hetty.
Arthur es, por tanto, un vagabundo emocional y moral; no se guía por ningún principio fijo y realista, y sus buenas y malas cualidades conspiran para llevarlo a arruinar la vida de otra persona. No está completamente despreocupado por los demás, pero su actitud básica es egoísta; se preocupa más por sus propios deseos que por los de Hetty, por ejemplo, y su principal motivación para querer ayudar a sus inquilinos parece ser ganarse su respeto y elogios. Este egoísmo, combinado con sus ilusiones sobre su virtud, lo vuelve irresponsable; hace las cosas sin calcular sus efectos sobre sí mismo o sobre las otras personas involucradas.
La experiencia sobria de Arthur. Cuando Adam lo confrontó con su culpa en el bosque, pudo racionalizar sus acciones y mantener su propia imagen. Pero cuando Hetty abandona a su hijo a su muerte, se da cuenta de que si alguien quiere lograr sus objetivos, debe actuar de manera que los alcance. Ve el potencial para el mal que posee, se libera de la imagen poco realista que tenía de sí mismo y trata de mejorar la situación que ha creado tanto como sea posible. Después de realizar una penitencia simbólica, regresa a casa, dispuesto a trabajar por buenos fines, sin egoísmos ni pretensiones. Al igual que Adam y Hetty, aceptó la responsabilidad y se humilló.